Cada vez que se acerca una pareja a la parroquia para pedir este sacramento ya es un oportunidad para andar un camino juntos. Triste sería elegir casarse por la Iglesia por tradición o porque el escenario es bonito. Por ello el sacerdote pregunta: ¿Os queréis? Quizá la pregunta descoloque pero es elemental. Y la segunda pregunta: ¿Por qué os queréis casar por la Iglesia? Hoy en día hay múltiples maneras de unirse. Y de ahí se puede partir para todo lo demás.
La celebración ha de preparase con mimo, solo y exclusivamente la pareja con el sacerdote. Que bonito es vivir celebraciones del matrimonio bien preparadas en lo que toca a la música, al decoro, al gusto con las flores, a la seriedad con los horarios, a las distintas participaciones, etc. Realmente se hace vida la celebración, los novios entran y participan de lleno, es el mejor regalo que les podemos hacer, una buena y participada celebración; pero no tenemos que confundir con pasarelas, intervenciones leyendo las lecturas que no proclamando, dando discursos, más propios de otro lugar que de la iglesia, pues algunas veces, roza la chabacanería. Pero esto es las menos veces, cuando se prepara con conciencia, es un gusto como está todo armonizado.
Hay varias cosas muy importantes en el matrimonio por la Iglesia: comienza un camino juntos hasta la vida eterna, en fidelidad y confianza mutual. El eje es el amor, por ello estarán abiertos a la vida y esa vida la educarán en la fe. Se siembra la Gracia de Dios y luego la pareja se encarga de hacer crecer esa semilla. Cuando el Señor está en medio de la pareja, esta se siente bendecida y ellos crecen y los de alrededor también. ¡ENHORABUENA!