domingo, 30 de septiembre de 2018

PROGRAMACIÓN GENERAL DIOCESANA



PETICIÓN DEL PAPA FRANCISCO A TODA LA CRISTIANDAD

Comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 29.09.2018
El Santo Padre ha decidido invitar a todos los fieles, de todo el mundo, a rezar cada día el Santo Rosario durante todo el mes mariano de octubre y a unirse así en comunión y penitencia, como pueblo de Dios, para pedir a santa Madre de Dios y a San Miguel Arcángel que protejan a la Iglesia del diablo, que siempre pretende separarnos de Dios y entre nosotros.
Recientemente, antes de partir a los Países Bálticos, el Santo Padre se reunió con el P. Fréderic Fornos S.I., Director internacional de la Red Mundial de Oración por el Papa, y le pidió que difundiera su llamamiento a todos los fieles del mundo, invitándoles a terminar el rezo del Rosario con la antigua invocación "Sub tuum praesídium" y con la oración a San Miguel Arcángel, que protege y ayuda en la lucha contra el mal (ver Apocalipsis 12, 7-12).
La oración –afirmó el Pontífice hace pocos días, el 11 de septiembre, en una homilía en Santa Marta, citando el primer capítulo del Libro de Job– es el arma contra el gran acusador que "vaga por el mundo en busca de acusaciones". Solo la oración puede derrotarlo. Los místicos rusos y los grandes santos de todas las tradiciones aconsejaban, en momentos de turbulencia espiritual, protegerse bajo el manto de la santa Madre de Dios pronunciando la invocación "Sub tuum praesídium".
La invocación "Sub tuum praesídium" dice así:
Sub tuum praesídium confúgimus,
sancta Dei Génetrix;
nostras deprecatiónes ne despícias in necessitátibus,
sed a perículis cunctis líbera nos semper,
Virgo gloriósa et benedícta”.
Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien, líbranos de todo peligro, ìoh, siempre virgen, gloriosa y bendita!
Con esta solicitud de intercesión, el Santo Padre pide a los fieles de todo el mundo que recen para que la Santa Madre de Dios, ponga a la Iglesia bajo su manto protector,  para  defenderla  de los ataques del maligno, el gran acusador, y hacerla, al mismo tiempo,  siempre más consciente de las culpas, de los errores, de los abusos cometidos en el presente y en el pasado y comprometida a luchar sin ninguna vacilación para que el mal no prevalezca.

El Santo Padre también ha pedido que el rezo del Santo Rosario durante el mes de octubre concluya con la oración escrita por León XIII:
“Sancte Míchael Archángele, defénde nos in próelio;
contra nequítiam et insídias diáboli esto praesídium.
Imperet illi Deus, súpplices deprecámur,
tuque, Prínceps milítiae caeléstis,
Sátanam aliósque spíritus malígnos,
qui ad perditiónem animárum pervagántur in mundo,
divína virtúte, in inférnum detrúde. Amen”.
San Miguel Arcángel, defiéndenos en la lucha. 
Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio. 
Que Dios manifieste sobre él su poder, es nuestra humilde súplica.
 Y tú, oh Príncipe de la milicia celestial, con el poder que Dios te ha conferido, arroja al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que vagan por el mundo para la perdición de las almas. Amén.

Cáritas parroquial de Íscar



Hoja Parroquial - Domingo 26º T.O. Ciclo B


sábado, 29 de septiembre de 2018

Homilía del P. Juan Carlos - Solemnidad de San Miguel


Estamos celebrando la fiesta de San Miguel que identifica a nuestro pueblo, que lo tiene como su patrono y protector.
La devoción y la invocación a San Miguel arcángel forma parte de la historia de Íscar. Participamos en esta celebración de él, para invocar su protección y su intercesión, también para que por medio de esta intercesión seamos más cercanos a Jesús el Señor, con mayor confianza y con mayor lucidez.
Una vez más nuestra villa se ofrece como localidad abierta y hospitalaria al ciudadano, al que viene y al que va. Se dejan las obligaciones más pequeñas de un lado para celebrar, con sana alegría, las maravillas de la vida y de la convivencia.
La celebración de la Eucaristía en este día evoca la causa y el principio de todas las demás actividades que se proponen. Todo el frondoso y variado ramaje de esta fiesta en septiembre nace de este tronco central que es la memoria y el recuerdo de este santo mensajero, raíz de nuestra tradición cristiana. San Miguel, arcángel, mensajero de la Buena Noticia, protector nuestro, garante de la fe, y defensor –sobre todo- de moribundos: acompañando y protegiendo, tendiendo la mano divina. Ejemplo de fortaleza y de fidelidad al Señor.
 Hoy es un día para agradecer a Dios, por medio de San Miguel, los bienes recibidos. Así, por ejemplo, hemos recibido de la fe cristiana bienes culturales y sociales tan importantes como el respeto a la dignidad de la persona humana, la noción de la igualdad entre el hombre y la mujer, la célula familiar; que ha sido y sigue siendo el eje de nuestra cultura y de nuestra vida social y personal, el valor de la autoridad como el servicio a un pueblo libre, el reconocimiento de la justicia y de la misericordia como normas supremas de convivencia.
Reafirmemos el valor inigualable de este patrimonio sobre el cual se ha ido edificando nuestra historia y nuestra riqueza espiritual y cultural. Este es el momento de disponernos espiritualmente para conservar, con fidelidad y buen criterio, este capital espiritual en unas nuevas circunstancias con las adaptaciones externas que sean precisas, pero manteniendo celosamente la sustancia de nuestra fe y de los valores culturales que de ella hemos recibido a lo largo de los siglos.
Que San Miguel para todos nosotros sea modelo de ser creyente, de ser más humanos. Él que venció a las fuerzas del mal, nos ayude a liberarnos de toda tentación de individualismo, de cerrazón, de no abrirse al hermano que está a mi lado. Que el arcángel nos sugiera los caminos más idóneos para crear lazos. Que la pluralidad sea ya una riqueza entre nosotros, donde nos vivamos más desde lo que somos que desde lo que tenemos. Que nos demos desinteresadamente y nos ofrezcamos al servicio a los demás, tal y como hizo Jesús, el Señor, hasta la muerte. Que fue allí, en la cruz, donde despojándose de todo, se despojó de la toalla del servicio.
Y se lo pedimos al Señor, por medio de Santa María de los Mártires, con quien comparte San Miguel patronazgo, que ella sea puerta y puente para encontrarnos con Dios y los demás.
Os deseo a todos, una feliz fiesta de San Miguel, celebrándola como familia y como paisanos.

sábado, 15 de septiembre de 2018

FESTIVIDAD DE LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ


En la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, 14 de septiembre, un grupo numeroso de fieles se dio cita en la tarde de ayer para celebrar la Eucaristía. 

Que mejor sitio para hacerlo que en la Ermita del Cristo del Humilladero, lugar de reposo de tantos viandantes que cada día se acercan a las ventanucas de las puertas de esta casita del Señor. Para ofrecerles sus vidas, las de sus hijos, familias, el deseo de algo necesario, la petición, la devoción, etc.

En la Cruz del Señor está su Gloria y, también, la nuestra. "Mirad el árbol de la Cruz, donde estuvo clavada la Salvación del mundo. Venid a adorarlo".

Al final de la celebración, las cofrades ofrecieron un dulce y un refresco. Nuestra cruz será suave y ligera, al lado de la del Señor.

Hoja Parroquial - Domingo 24 T.O. Ciclo B


jueves, 13 de septiembre de 2018

Funeral de Josefa

Murió el día en el que como Iglesia celebrábamos el Dulce Nombre de María. No creo en la casualidad ni en la coincidencia, Dios llama, y a Jose, mujer dulce como ella sola, le llamó para vivir en su Presencia en ese día que se celebraba a María, Madre de Dios, siempre muy presente en su vida. María, dulce, supo bien edulcorar la amargura de la pasión, muerte y crucifixión de su Hijo Jesucristo. María aceptó siempre con fe la voluntad de Dios. María era prisionera del amor de Dios y, por ello, era libre del pecado que muchas veces nos envuelve, nos crispa, nos distancia de los demás, nos hace distantes, nos hace creernos incluso dioses. Queridos hermanos esta es la inspiración divina que Jose tuvo toda su vida, por ello era mujer de paz, transmitía paz, era portadora de paz.
            Desgraciadamente solo la he podido disfrutar durante un año escaso, pero –como en otras ocasiones me ha ocurrido- me encomendaré a ella, pues Dios nos pone cerca siempre luces que nos iluminan y nos estimulan, un camino, un camino posible, el de ser como Jesús el Señor, el de ser santos. 
            La estoy viendo, yaciente en su cama, alguna vez levantada, pero eso era en las tardes y yo solía visitarla en las mañanas de los domingos, entre Misa y Misa. Dormidita, descansando en el Señor, con las manos juntitas, entrelazadas en su rosario, su cadenita con la cruz del Señor por fuera del camisón, recogida devotamente incluso cuando dormía. Su cara brillante y su tacto pegajoso por la hidratación que sus hijos le procuraban, vosotros siempre tan cerca, siendo conscientes de la que, aunque corpulencia pequeñita, era de gran estatura interior. Dios bendijo a su marido y a ella con innumerables hijos, a los que he ido conociendo poco a poco. Os doy las gracias por la buena acogida que siempre me habéis dado. El deseo grande de que vuestra madre fuera alimentada espiritualmente. Agradezco vuestra sensibilidad religiosa y la gran devoción por vuestra madre. Pues, no cabe duda, hermanos, de que es de personas como Jose de las que se sirve el Señor para mostrarnos su Salvación; pues Él también pudiendo elegir lo grande, prefirió lo pequeño del mundo, para descolocar a los grandilocuentes, prefirió la humildad a la soberbia. 
            Hola Jose, le saludaba y abría sus ojos y simultáneamente sonreía y sus pupilas brillaban, veía un rostro transfigurado por la Gracia de Dios. Así, una y otra vez,… siempre. Le decía al oído, era dura de oídos: “¿sabe quién soy?”, confundía mi nombre y me llamaba como el párroco anterior. Ella sabía que no era yo, sino lo que llevaba conmigo, el Cuerpo de Cristo, la Sagrada Comunión, lo que motivaba su alegría, su actitud y gozo interior. Dejábamos un pequeño tiempo para que degustara la Sagrada Forma y con la vista perdida se percibía gratitud y gratuidad. Y a continuación, casi sin fuerzas, pero con mucha fe, rezábamos, como a coros, las oraciones, y antes de comulgar, al mostrarle a Jesús en la Eucaristía, y decirle “el Cuerpo de Cristo”, se le oía decir con palabras que eran más susurros y a modo de suspiros: “El Cuerpo de Cristo guarde mi alma para la vida eterna”. Que gran satisfacción le producía comulgar, le revitalizaba por dentro y por fuera. Me despedía con la bendición y poniendo mi mejilla en la que ella me regalaba un sin fin de besos llenos de ternura, para mí eran besos de Dios.
Querida hermana, Dios ya te está guardando tu alma, sigues estando con Él, seguimos estando en ti y en Él. No has sabido vivir para ti sino ser siempre para, has sido una mujer para los demás. Dios te lo estará pagando todo, pero te lo pagará al modo como a ti te gusta. Hoy celebramos en tu honor la Eucaristía llenos de agradecimiento y de alegría por habernos encontrado con usted, contigo, por habernos mostrado un pedacito de ese cielo dulce que ya podemos vivir aquí y ahora. Mándanos señales para que vivamos como tú, para que no nos vayamos por otros derroteros, para que enderecemos nuestros caminos, para que nuestra vida sea dulce como el nombre y ser de María. Así sea.