jueves, 23 de agosto de 2018

CARTA DEL PAPA FRANCISCO SOBRE ABUSOS SEXUALES

CARTA DEL SANTO PADRE FRANCISCO AL PUEBLO DE DIOS
“Si un miembro sufre, todos sufren con él” (1 Co 12,26).
Estas palabras de san Pablo resuenan con fuerza en mi corazón al constatar una vez más el sufrimiento vivido por muchos menores a causa de abusos sexuales, de poder y de conciencia cometidos por un notable número de clérigos y personas consagradas. Un crimen que genera hondas heridas de dolor e impotencia; en primer lugar, en las víctimas, pero también en sus familiares y en toda la comunidad, sean creyentes o no creyentes. Mirando hacia el pasado nunca será suficiente lo que se haga para pedir perdón y buscar reparar el daño causado. Mirando hacia el futuro nunca será poco todo lo que se haga para generar una cultura capaz de evitar que estas situaciones no solo no se repitan, sino que no encuentren espacios para ser encubiertas y perpetuarse. El dolor de las víctimas y sus familias es también nuestro dolor, por eso urge reafirmar una vez más nuestro compromiso para garantizar la protección de los menores y de los adultos en situación de vulnerabilidad.
1. Si un miembro sufre
En los últimos días se dio a conocer un informe donde se detalla lo vivido por al menos mil sobrevivientes, víctimas del abuso sexual, de poder y de conciencia en manos de sacerdotes durante aproximadamente setenta años. Si bien se pueda decir que la mayoría de los casos corresponden al pasado, sin embargo, con el correr del tiempo hemos conocido el dolor de muchas de las víctimas y constatamos que las heridas nunca desaparecen y nos obligan a condenar con fuerza estas atrocidades, así como a unir esfuerzos para erradicar esta cultura de muerte; las heridas “nunca prescriben”. El dolor de estas víctimas es un gemido que clama al cielo, que llega al alma y que durante mucho tiempo fue ignorado, callado o silenciado. Pero su grito fue más fuerte que todas las medidas que lo intentaron silenciar o, incluso, que pretendieron resolverlo con decisiones que aumentaron la gravedad cayendo en la complicidad. Clamor que el Señor escuchó demostrándonos, una vez más, de qué parte quiere estar. El cántico de María no se equivoca y sigue susurrándose a lo largo de la historia porque el Señor se acuerda de la promesa que hizo a nuestros padres: «Dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos» (Lc 1,51-53), y sentimos vergüenza cuando constatamos que nuestro estilo de vida ha desmentido y desmiente lo que recitamos con nuestra voz.
Con vergüenza y arrepentimiento, como comunidad eclesial, asumimos que no supimos estar donde teníamos que estar, que no actuamos a tiempo reconociendo la magnitud y la gravedad del daño que se estaba causando en tantas vidas. Hemos descuidado y abandonado a los pequeños. Hago mías las palabras del entonces cardenal Ratzinger cuando, en el Via Crucis escrito para el Viernes Santo del 2005, se unió al grito de dolor de tantas víctimas y, clamando, decía: «¡Cuánta suciedad en la Iglesia y entre los que, por su sacerdocio, deberían estar completamente entregados a él! ¡Cuánta soberbia, cuánta autosuficiencia! [...] La traición de los discípulos, la recepción indigna de su Cuerpo y de su Sangre, es ciertamente el mayor dolor del Redentor, el que le traspasa el corazón. No nos queda más que gritarle desde lo profundo del alma: Kyrie, eleison – Señor, sálvanos (cf. Mt 8,25)» (Novena Estación).
2. Todos sufren con él

domingo, 5 de agosto de 2018

OFRENDA FLORAL “SANTA MARÍA DE LOS MÁRTIRES” Y “SAN MIGUEL” FIESTAS ÍSCAR 2018

         ¡Buenas tardes a todos!

         Ante las inminentes fiestas populares de Íscar va siendo tradición acercarse ante la presencia de la imagen de Santa María de los Mártires, teniendo también ante nuestra consideración e imaginación a San Miguel, ambos patrones de la villa de Íscar. 

         Como peñas les traéis flores con el deseo de expresar vuestro agradecimiento, cariño y, también, protecció, al tiempo expresáis el reconocimiento de las raíces de vuestra cultura y tradición cristiana.

         Les pedimos intercesión, para que estas fiestas sirvan para el descanso de los iscarienses, el divertimento, la hospitalidad para tantos que vendrán de fuera, la fraternidad y la sana convivencia.

         Que ellos nos protejan del egoísmo, el rencor, el odio, la falta de respeto hacia los demás. Y, que ojalá las podamos vivir con la suficiente moderación que siempr

e nos permitan ser conscientes de nuestras palabras y hechos.

         Ahora, os invito a que nos unamos a una voz: ¡Viva Santa María de los Mártires! ¡Viva San Miguel! ¡Viva Íscar! ¡Viva los iscarienses! 

         Dios os bendiga siempre.