miércoles, 25 de julio de 2018

SANTIAGO APÓSTO, PATRÓN DE ESPAÑA

Las lecturas que acabamos de escuchar nos sitúan claramente en la solemnidad que estamos celebrando hoy: Santiago Apóstol, para nosotros patrón de España. Por el vino la fe a España y así creemos que su cuerpo está enterrado en la localidad que lleva su mismo nombre: Santiago, donde millones de peregrinos, a lo largo de la historia, han acudido para darle ese abrazo. Un abrazo que significa asentir con la fe de aquellos que primeramente la recibieron como testigos del Señor vivo, muerto y resucitado. 
Santiago un luchador en defensa de la fe, como lo muestra la imagen de la batalla de Clavijo, representada en muchas de nuestras iglesias, también de la nuestra. Quizá no es hoy una de las mejores figuras representativas, pues él aprendió del Maestro que el que hiere a espada a espada muere, pero difundamos más la lucha que representan las lecturas proclamadas en el día de su fiesta y que nos hablan de otras luchas muy actuales por las que nosotros también tenemos que pasar.
La lectura de los Hechos de los apóstoles nos habla de la representación del juicio entre los apóstoles y el Sanedrín, consejo de los ancianos sabios de la ley judía. Ellos prohibieron expandir las enseñanzas de Jesús. Sin embargo, los primeros cristianos, esto es, los apóstoles sentían fuertemente que, aunque no habían estado a la altura de las circunstancias durante la pasión y muerte del Señor, sí lo estarían ahora después de haber sido testigos de la Resurrección. No temían ni el dolor ni la muerte, no hacían mal a nadie, pero la envidia, el deseo de aniquilar todo protagonismo y ambición llevó nuevamente a quitar vilmente a personas, pero sabemos que la sangre de los cristianos es germen de nuevos cristianos, como a lo largo de toda la historia se ha demostrado.
El Salmo reza la alabanza a Dios, como alaban los mártires –también- a Dios en el momento de su muerto, porque saben que, por encima de toda tortura y muerte, está la Vida, como le ocurrió –primeramente- a Jesús el Señor.
En la Segunda lectura, San Pablo a los corintios expresa muy bien todo lo que le ocurre. En primer lugar, expresa que lo que comunica es delicado, es frágil, por eso lo muestra como una vasija que conviene cuidar pues en muchos momentos ese jarrón, esa jarra, es débil frente a las asechanzas que la vida trae consigo, especialmente también a través de los enemigos de la fe, a los que el Señor nos anima a amar.
Y el Evangelio, una madre que mira por el bien de sus hijos, pero que está muy confundida con la clase de Reino que ella tiene pensado. Muchas veces creemos que las maneras con la que nos desenvolvemos habitualmente son también usadas por el Señor. Y, sin embargo, nos llevamos el chasco, porque el Reino de Dios nos habla de humildad, testimonio, pobreza, últimos puestos, justicia, etc. y nosotros estamos pensando en todo lo contrario.
Queridos hermanos, Santiago, patrono de España. Las lecturas iluminan también hoy nuestra sociedad actual, y la España de nuestros tiempos. Hoy en lugar de Sanedrín, en lugar de la madre los zebedeos, etc. hay también muchas asechanzas, persecuciones, deseos de tirar la toalla, pero la llamada de Dios está en perseverar: dar testimonio de lo que creemos y amamos. Por esta razón habremos de cultivar en nosotros la amistad profunda con el Señor, como diría Santa Teresa de Jesús: “amigos fuertes de Dios”. Que provoquemos el deseo de estar en comunión con Él, para que estando en Él podamos estar más cerca del prójimo, para que descubramos el verdadero sentido de nuestro ser cristianos pasa por la cruz. Así sea.

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