jueves, 26 de julio de 2018

San Joaquín y Santa Ana

Esta mañana, en el momento de la homilía,
les decía a mis feligreses con motivo de la celebración de la Eucaristía en memoria de San Joaquín y Santa Ana, abuelos del niño Jesus, padres de Santa María: 

Precisamente sabemos de sus nombres a través de los evangelios apócrifos, ellos nos han revelado la historia de esta pareja judía. Estos evangelios no formaron parte de la lista de libros que configuran la NORMA de la Biblia (canonicidad), pero la tradición les da aporta la verosimilitud que nos acredita que ellos fueron padres de María, la Virgen Niña.

Unos padres creyentes que cultivaron los valores de la piedad judía, tal y como Dios se lo reveló a nuestros antiguos padres: Abrahán, Isaac y Jacob; transmitieron la fe a su hija.

Es precisamente esta idea la que he recogido como sugerencia para muchos "abuelitos" que me estaban escuchando: ellos continúan siendo correa de transmisión en este mundo en el que parece que los padres muy ocupados por sus trabajos dejan en muchos momentos el cuidado de sus hijos a sus propios padres. Pues bien, a veces, lógicamente, son los abuelos los encargados de transmitir valores fundamentales que han de existir en toda familia cristiana. Es verdad, que ellos son abuelos, padres de una sola parte, que la otra parte tiene sus propios padres, y que algunas ocasiones se puede sufrir la contradicción, por esta razón se anima a que los abuelos sean cultivadores de la Verdad que nos da la vida de Jesús, pues la fe se propone no se impone. En este sentido el respeto y la sugerencia son condimentos que son necesarios en esta relación familiar. Los abuelos están casi el 70% del día con sus abuelos pero son subsidiarios de la educación de los niños, respecto de sus propios padres; ellos ya tuvieron el momento de educar, y educar en la fe. No obstante, se anima encarecidamente, que sin pudor, sin temor, con entrega, transmitan los valores cristianos que siempre han estado presentes en la vida de su familia hasta hoy. Quizá los propios padres de los hijos, relegan esta misión a ellos, porque se sienten poco capaces o porque creen que sus padres lo harán mejor.

Lo que está claro es que la correa de transmisión, como la cadena de la bicicleta, necesita todos los eslabones para poder llevar movimiento desde el esfuerzo de nuestro pedalear a la rueda: sigamos comunicando lo que a nosotros también nos contaron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario