domingo, 22 de abril de 2018

Homilía - Domingo 4 de Pascua - EL BUEN PASTOR

Domingo 4º de la Pascua, domingo del Buen Pastor. Lo acabamos de escuchar en el Evangelio de San Juan. Jesús dice de sí mismo que es un “Buen Pastor”. Se pronuncia como bueno, como santo, y se distingue del asalariado. Nadie piense que los pastores asalariados son malos pastores, pero sí es verdad que nadie como el Pastor que es dueño de las ovejas sabe tratar con ellas. El asalariado en el que puede estar pensando Jesús el Señor puede ser aquel que está más atento de llegar al trabajo el último y marcharse el primero, el que tan solo trata de cumplir con su obligación. Termina su trabajo y a otra cosa, mientras que el Pastor, el autónomo, podríamos decir hoy, sueña hasta con las ovejas, vive enamorado de ellas, el cuidado que las da es su orgullo hacia los demás, porque las ve lustrosas, limpias y con buena lana.
Es cierto que en nuestra vida donde Jesús dice Pastor, nosotros podemos ver personas que por vocación o profesión también desempeñan la función de guiar, que es lo propio de un pastor. Pensemos, en primer lugar, en el padre y madre de familia, ¿quién nos va a cuidar mejor que ellos? Aunque desgraciadamente, incluso, de padres tenemos ejemplos de malos padres, no hay más que estar al día de las noticias. Pero también hay padres que cejan en la educación de sus hijos y que les dejan campar a sus anchas y por ello muchas veces son guiados por otras estancias, entidades, la sociedad de consumo, las redes sociales, internet. Sin embargo, lo que prevalece, gracias a Dios, es el buen ejemplo, los buenos pastores guían a sus corderos por verdes pastos. También los maestros tienen como misión enseñar, aunque sabemos que la educación corresponde a los padres y no a la escuela, la escuela forma en distintas disciplinas y asignaturas para el crecimiento integral de los estudiantes. Pero ellos, los maestros, para muchos –gracias a su buena labor- han podido contagiar a sus discípulos una inquietud por una materia o por otra; ellos, algunos, han dejado huella en nuestras vidas. A estos los chicos los aprecian y los han reconocido por encima de aquellos otros que no sabían enseñar.

Realmente hay muchas profesiones, incluso la comunidad cristiana ha de ser guía para ella misma, para cada uno de sus miembros, lo ha de ser el catequista, el voluntario de cáritas, y, especialmente el sacerdote.
Jesús con la imagen del pastor que lleva sobre sus hombros la oveja perdida, invita a que los sacerdotes seamos esos pastores que guían al rebaño, por eso –dice el Papa Francisco- que los sacerdotes tenemos que oler a oveja. En la empresa ganadera olerá a oveja el que se mezcle entre ellas, los que solo estén en las oficinas difícilmente prescindirán de su olor a “after shave”. Curas con “olor a oveja”, curas que se mezclan con su rebaño y, que como dice Jesús mismo, intentan traer hacia Él otras ovejas que también han de cuidar. Curas que no se creen superiores a los demás, pues saben que su Señor, es el Cordero de Dios. Curas ejemplares para el rebaño y para la sociedad. Abiertos al progreso y a todo aquello que mejore las condiciones de su grey, estando siempre a la corriente del Espíritu que inspira los modos y las maneras. Curas que se fijan en el Buen Pastor, que acogen sus ejemplos, sus palabras, sus acciones, que están las 24 horas dependiendo de su rebaño. Curas por vocación, que no saben de horas ni de salarios, que también agarran herramientas y se pringan. Curas, como diría el Papa Francisco, que no trepan, sino que más bien se abajan para levantar.
Jesús, Buen Pastor, en el día en el que oramos por las vocaciones sacerdotales, rezamos por nuestros futuros pastores, para que tengan un corazón configurado con el corazón del Buen Pastor. Le pedimos al Señor que nos envíe obreros a su mies, porque esta mucha y los obreros somos más bien pocos. Pedimos a Dios que, de nuestra parroquia, de nuestras familias, surjan vocaciones al sacerdocio, a la vida religiosa, a una vida cristiana comprometida. 
Se lo pedimos al Señor por medio de la Virgen, Santa María de los Mártires, que ella, que sabe muy bien como acompañar al rebaño de su Hijo, ella nos haga sensibles al corazón del Buen Pastor. Así sea.

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