La Cuaresma nos invita a sintonizar con los sentimientos de Cristo, Dios y hombre verdadero, sintetizado en una sola persona. Hay un ejercicio de piedad que es el Viacrucis en el que los cristianos podemos acompañar a Cristo, de quien dijo Pilato: “Ecce Homo” (Jn 19, 5: “¡He aquí al Hombre!”).
En la humanidad de
Cristo, el Señor, encontramos los hombres nuestra plenificación, pero ¿cómo
puede quedar representado el canon del ser humano en este hombre, tal y como le
vemos camino de la Cruz? ¿Dónde está la plenificación del ser humano? Jesús
mismo nos dijo: Quien quiera ganar su vida, la perderá (cf. Mt 10, 39). Dios,
en Jesucristo, se abajó, se hizo uno como nosotros, excepto en el pecado.
En la vida de todos
los días, aunque parezca todo lo contrario, nada se pierde, ni una lágrima, ni
una oración, ni un tiempo gratuito. La fe en Jesús nos llena de esperanza
porque nada de lo que a nosotros nos ocurra, no le ha pasado a Él antes.
Nuestra misión como educadores en la fe será siempre
plenificadora; de amor, de confianza, llena de esperanza. Dios cuenta con cada
uno de nosotros, con la manera que cada uno pueda y sepa pueda transmitir el
Evangelio de Jesús.
Os invito a que
durante este tiempo de Cuaresma, tiempo previo al Tríduo Santo, a sintonizar
con la humanidad de Cristo sufriente, para que muriendo con Él podamos
resucitar con Él.
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