domingo, 31 de diciembre de 2017

A punto de terminar el año 2017... FELIZ Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2018

Parece que fue ayer cuando llegaba a esta parroquia, sin embargo ya ha pasado el primer trimestre. Dios quiso para mí este nuevo lugar y esta nueva grey. Le doy gracias porque en el camino que voy haciendo, Él me lo va marcando, y por donde me lleva no hago más que tener experiencias muy bellas que me recuerdan la presencia del siempre Vivo entre nosotros.

Ayer, sábado, viví un grato encuentro con algunos catequistas y miembros del Consejo Pastoral Parroquial. Tras una breve reflexión sobre el capítulo 12 de la primera carta de San Pablo a los corintios, compartimos la oración, la reflexión, los buenos deseos, algunas superficies por pulir más. Lo grandioso es que Dios está presente en medio de nuestra comunidad y los agentes pastorales de la misma descubrimos nuestra corresponsabilidad. Nuestro encuentro terminó con una compartida comida, amenizada por suculentas viandas y la alegría característica de quien tiene en medio a Dios.

El tiempo de adviento y Navidad está siendo muy rico, y viene marcado por las diferentes perspectivas de nuestra querida Iglesia: la Caridad (Jornada Mundial de los Pobres, recogida de alimentos y pañales para los más desfavorecidos), Evangelización (la catequesis por encima de todas las demás, pues aquí vivimos la esencia de lo que somos: cristianos), la Liturgia (celebramos la fe como Pueblo, el Pueblo de Dios, el Pueblo de la Eucaristía). Recordamos con cariño el festival de los niños de la catequesis. Mi más sincero agradecimiento a toda la labor que realizan los catequistas, de los papás, de los niños, adolescentes y de toda la comunidad cristiana que se compromete con su parroquia. Que bello el encuentro de los niños con los ancianos de la Residencia, así como de los chicos del instituto en el mismo marco. Nuestros abuelos muy ilusionados y agradecidos por nuestra presencia, presencia de Dios, porque "donde dos o más están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18, 20). Niños con papás sembrando la alegría de la Navidad, con estrellas, recordando a tantos misioneros que hoy no pueden estar físicamente entre nosotros. Recuerdo con cariño el certamen de villancicos "arciprestal" que tuvo lugar el pasado viernes en la iglesia parroquial de Pedrajas de San Esteban, donde participó nuestra coralina y el coro de la Asociación de Amas de Casa de nuestro pueblo, una asociación muy vinculada afectivamente a nuestra parroquia.

Y qué decir, del bello belén bíblico monumental instalado en nuestra iglesia de San Miguel, horas y horas de trabajo, dedicación y entrega, por no decir, nuestra corona de adviento, Virgen Inmaculada, y ahora nuestro Niño Dios. 

La alegría de la Navidad la percibo en la medida que siento que Dios se ha hecho carne, se ha encarnado. Dios sigue haciéndose hombre y sigue confundiéndonos, pues quizá nosotros le busquemos donde no se encuentra, pero yo sí lo encuentro en la celebración de la Eucaristía, que es "fuente y culpen de la vida cristiana", especialmente cuando miro al frente y veo a la realidad de nuestra Iglesia particular de Íscar: esos abuelitos, esos papás, los chicos, esos niños,... todos buscamos ser felices; Dios nos llena de felicidad, si nos dejamos querer.

Son muchas vivencias, las del día a día por las que doy gracias a Dios, al final de este año. Esas Eucaristías de diario, en el que voy conviviendo ya con muchas personas, que siempre me entregan su palabra y cariño, el patear el pueblo, la catequesis, las clases, vuestros hogares y familias, etc. Dios me bendice cada día.

Y ahora, de cara al año 2018, más que pedir, le ofrezco a Dios, le sigo ofreciendo mi vida, que sea mediación entre Él y su pueblo, y lo demás -espero- se me dé por añadidura. 

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