jueves, 12 de octubre de 2017

Homilía P. Juan Carlos - Virgen del Pilar

Hoy celebramos la festividad de la Virgen del Pilar, una fiesta con gran solera en nuestra parroquia y nuestro pueblo. Por ello contamos en esta iglesia con una imagen, no muy antigua, pero sí muy bella de esta advocación de la Virgen María. Y, también recordar, como en nuestro pueblo se ubica desde hace mucho tiempo un cuartel de la Guardia Civil, que nos recuerda que los guardias veláis por nuestra seguridad y nuestra protección, incluso hasta el punto de poner vuestras vidas, muchas veces, en peligro. Tanto a María, nuestra Madre, como a vosotros, nuestros hermanos: ¡muchas gracias!
            Si nos fijamos bien en la imagen de la Virgen del Pilar de nuestra parroquia, en la iconografía que se nos presenta, vemos a la Madre que sostiene con su brazo al hijo, al niño Jesús, y este a su vez le sostiene el manto a ella, mientras juega con una paloma. Nuestra Señora bien caracterizada por estar encima de una columna con un signo, el de la cruz de Santiago Apóstol. La columna de María, la columna del Apóstol Santiago, la columna nuestra, es la fe. Ningún cristiano se apoya en sí mismo, porque si lo hacemos corremos el riesgo de desmoronar todo el castillo que a veces podemos construir en torno a nuestro propio orgullo. El cristiano, hijo de Dios y de María, se fundamenta en la fe de los apóstoles que está contenida en el Credo de nuestra fe. Lo que creemos lo rezamos juntos y lo cumplimos juntos, dando testimonio ante un mundo que en muchas ocasiones se le percibe a falta de pilares y de fundamentos.
María con mirada humilde, mira hacia el suelo, ella no es altiva, sino que es humilde y practica la humildad, su misión es llevarnos a Jesús, ella es la esclava del Señor. Jesús mira a cada uno de nosotros cuando nos acercamos a su Madre para implorarle, para rogarle, para darle gracias, incluso para pedirle perdón. Es un niño, Dios es humano, juega, o mejor, sostiene en su mano la paloma de la paz, tantas veces equiparada con el Espíritu Santo. Jesús el Señor nos da la paz, Él que es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo puede sostener la paz, Él que es el manso, el inocente, el Señor del Universo, el que se encarna en nuestras vidas y nuestra historia para darle la vuelta, para convertirnos a Él.
Queridos amigos esta bella celebración en honor a la Virgen María nos debería atraer hacia Jesús, a vivir en comunión con Él, en permanente adhesión a Él. La atracción a Él conlleva atracción por los hombres y atención a ellos. Muchas veces nuestros hermanos caminan por una vía a falta de consignas y señales, nosotros, pertenecientes a una tierra de pinares, con profundas raíces cristianas, estamos llamados a sostener nuestras vidas con sólidos fundamentos, sin dejarnos llevar por palabrerías de falsos mesías o profetas, que siempre los ha habido.
Quiero tener un recuerdo muy especial para nuestros hermanos de Hispanoamérica con los que compartimos la dicha de celebrar esta fiesta. En nuestros pueblos convivimos con muchos de ellos. Que sintamos la fraternidad que nos aporta también una misma fe y una misma lengua. Nosotros, españoles, vivimos el día de nuestra fiesta nacional, tristemente en ocasiones con cierto pudor. Sin embargo, nuestra identidad nos hace ser una nación abierta, abiertos a nuevas culturas, acogedores de nuevas formas de ser, respetuosos con otros credos y otras formas de pensar. Nuestra selección de fútbol es la que más nos ha podido ayudar a derribar falsos prejuicios del pasado.
Y no quiero terminar, sin decir una palabra hacia vosotros, la Guardia Civil, que celebráis con mucho orgullo esta fiesta que os representa; y a la que nos unimos para orar por vosotros y dar gracias a Dios por vuestro servicio a España. Sentimos que muchas veces las circunstancias del servicio a los demás no sean valoradas como se debiera, a veces somos duros, un tanto desagradecidos. Pero, la Virgen, con su pilar, también os testimonia para que baséis vuestro actuar en la garantía de la ley y el marco constitucional. Pedimos por todos vuestros compañeros, así como otras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, en la difícil tarea que tenéis de mantener la paz y la buena convivencia en este momento en Cataluña.

             Que la Virgen nos proteja a todos.

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