Nuestra parroquia "Santa María de los Mártires" de Íscar pretende ser un espacio de encuentro con Dios y el ser humano. Todos somos bienvenidos para poder participar en cualquier actividad de nuestra comunidad.
sábado, 27 de junio de 2020
domingo, 21 de junio de 2020
sábado, 20 de junio de 2020
viernes, 19 de junio de 2020
Homilía del P. Juan Carlos - Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús 2020
Como
decía el Domingo del Corpus Christi esta devoción al Sagrado Corazón de
Jesús guarda una estrecha relación con Jesús en la Eucaristía. Por eso cada día
de la novena, exponemos el Santísimo, Jesús Eucaristía para nuestra adoración y
bendición.
Hablar de Jesús es hablar de Dios, y
hablar del Corazón de Jesús es hablar del Corazón de Dios. Por tanto, no me
cansaré de dar testimonio y decir que Dios tiene corazón y si tiene corazón es un
ser vivo. Su Corazón late desde el Sagrario, en la Eucaristía; sus latidos son
acompasados, emiten rayos de Amor y Misericordia.
Cuando uno viene al templo y mira el
Sagrario, ¿quién mira a quién? Nosotros miramos al Señor, pero también nos dejamos
mirar por Él. Nosotros le miramos y le contemplamos con deseo de: acción de
gracias, de perdón, de justicia, de petición, de oblación y ofrenda, etc. Le
contamos nuestras cosas, que para nosotros son muy importantes, quizá las más
importantes del mundo mundial y Él Señor las acoge porque tiene Corazón y se
compadece especialmente cuando sufrimos, y se alegra con nosotros cuando
estamos contentos y conseguimos logros que nos proponemos y nos alienta cuando
estamos desanimados y nos llena de esperanza cuando estamos abatidos y nos
alimenta con la fe para poder llevar a cabo un estilo de vida.
Pero también Dios nos mira, ¿cómo?
¿destacando nuestras miserias? En absoluto, Dios tiene Corazón y alguien con
corazón no humilla, sino que ensalza; y no lo hace para nuestro orgullo
personal, sino para que reconociéndonos débiles, pequeños, podamos acoger su rayo
de misericordia. Nos mira, nos protege, nos abraza, nos consuela,… Dios es
humano, pues tiene un gran Corazón.
Por tanto, hermanos, en todo esto es
muy importante reconocer el efecto de la Encarnación de Dios: Dios se ha hecho
hombre por nosotros. Desde entonces nació como humano, en el seno virginal de
una mujer y con el apoyo de un padre, ambos de muy buen corazón. Todo lo que
tiene que ver con Dios, tiene que ver con su corazón. El corazón es lugar de
pasiones, de sufrimientos, de anhelos, de vida, etc. Por él pasan tantos
sentimientos… tantas personas… tantas situaciones… y a veces pasan para bien y
otras veces pasan para mal. Así pues, podemos distinguir un corazón sano de un
corazón enfermo. El Corazón de Jesús está sano, aunque herido, sus heridas no
proceden de Él, sino que proceden de nosotros. Los padres sufren por los disgustos
de sus hijos, pero no por ellos nos dejan de querer. Si tenemos conciencia y
buen corazón, ver a nuestros padres tristes nos debería llevar a la
reconciliación y al cambio de corazón. ¿Puede haber dolor más grande que el de
enterrar unos padres a un hijo? Pues por esa situación también pasó Dios. Recordad
a La Piedad recogiendo el Cuerpo muerto de su Hijo.
No quisiera terminar sin expresar
algo que llevo muy dentro: debemos humanizar más a Dios, pues Él se nos da con
una doble naturaleza, en la persona de Jesús: humano y divino. Nuestra fe tiene
que desembocar en obras de misericordia, que son las que proceden de un buen
corazón, son esas corazonadas que nos vienen y que debemos concretar. Lo que
quiero decir es que nuestra fe nos debe llevar a la concretización o
materialización de lo que creemos: pues debemos buscar el Reino de Dios y promover
su justicia. Habrá que bajar a Dios de las nubes y a los santos de las peanas
para darnos cuenta que están más cerca de lo que nosotros podemos imaginar. ¿De
qué nos sirve ser muy piadosos, de muchos rezos, si no pasamos de ahí? Pero
también, ¿de qué nos sirve hacer muchas cosas, muy altruistas todas ellas, pero
si nunca miramos ni nos dejamos mirar por Dios? Hablemos con Jesús en la oración,
como un amigo habla con otro amigo, y muchas veces le tendremos que contar,
pero muchas otras nos tendrá Él que contar. Y ahí habrá que guardar silencio. Dios
nos habla con palabras de vida eterna. Hablar con Él es estar en comunión con
Él, vivir en intimidad. Ahí es donde se nos deberá pegar todo lo bueno de Él y se
nos debería desprender todo lo malo que pueda haber.
Queridos
hermanos alegrémonos en el Señor, pues está vivo y su Vida nos llena también de
vida, vida eterna. Así sea.
jueves, 18 de junio de 2020
lunes, 15 de junio de 2020
sábado, 13 de junio de 2020
viernes, 12 de junio de 2020
domingo, 7 de junio de 2020
sábado, 6 de junio de 2020
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
-
En el día de ayer, sábado 22 de junio, a las 18,00h, en la Santa Iglesia Catedral Metropolitana de Valladolid, cinco mujeres de nuestra pa...