Realmente
no sé cómo un pueblo elige el patronazgo de este o de aquel santo o santa, pero
seguro que lo hace porque desea asumir aquellas características o cualidades
que le llevó a ser santo.
Nuestra
villa cuenta con esta espléndida iglesia de estilo románico segoviano, del
siglo XI, la talla del Santo es del siglo XVIII. Podríamos decir que desde
tiempo inmemorial Íscar se fija en San Miguel para ser como Jesús el Señor
y le ruega su protección ante las asechanzas del mal.
San
Miguel tiene una misión muy especial en la vida de la Iglesia y el mundo: ser
protector del mal. No sé si han reparado en la imagen que tenemos del arcángel,
pisando un monstruo, que podría ser el mismo diablo, aquel ser que pretende
apartarnos del amor de Dios.
Este
año vivimos en la fiesta en unas circunstancias muy especiales, las de la
pandemia del coronavirus. Pero a lo largo de la historia de España, y
por ende de este pueblo, no es la única, que nuestros paisanos hayan tenido que
librar con la ayuda de San Miguel.
La
viruela, el sarampión, la mal llamada fiebre española, la peste negra, el VIH,
la plaga de Justinia, el tifus, el cólera, el ébola (más extendida en África), son
solo algunas de las enfermedades mortales que nos han podido azotar.
Situaciones por las que tuvieron que luchar en España o en el mundo, con la
ayuda de Dios y del ángel San Miguel, cuyo nombre en hebreo significa “¿Quién
como Dios?” y cuyas abreviaturas latinas están grabadas en su escudo protector:
“Quis ut Deus?”.
A
esta lista de males, también podríamos añadir: la indiferencia de un mundo que
mira su propio ombligo, que se muestra pasivo ante muchas situaciones penosas,
y en el que los pequeños gestos de solidaridad, se ven como simples brotes verdes.
Rogamos al Señor para que esos brotes puedan ver cumplido su cometido en la vida:
germinar y crecer, que no sean solo gestos de buena voluntad, sino compromiso
de la sociedad.
Necesitamos
seguir caminando de la mano, en un tiempo en el que “chocar codos” es el saludo
propio, pero en el que los codazos, rencillas, zancadillas y zascas están a la
orden del día. Muchas veces amparados por las redes sociales, por medio de las
cuales nos volvemos muy locuaces.
Decimos
“con la ayuda de todos, saldremos”; yo, también, añado “con la ayuda de Dios”,
y también “con el paso de las palabras a los hechos”.
San
Miguel nos ayude en el combate contra el mal de la soberbia, la envidia, la
vana gloria; muchas veces impedimento para acercarnos al otro, al prójimo,
especialmente cuando es distinto, piensa distinto.
Hoy
como pueblo renovamos nuestro voto, nuestro deseo, a San Miguel como patrono.
No podemos ser el eslabón débil de una gran cadena que lleva siglos. Tampoco olvidemos
que la misión de este arcángel es librarnos del mal para acercarnos al Bien,
Dios, y para ello habrá que quitar maleza, preparar nuestra pobre tierra para
que la semilla que Dios nos siembra, produzca en nosotros su justo fruto. Así sea.
¡¡¡VIVA SAN MIGUEL!!!
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