Cada 17 de enero celebramos la festividad de San Antón, patrono de los animales, y en ese día son muchas las personas, creyentes o no tan creyentes, que nos acercamos a la iglesia con nuestros animales, para que estos sean bendecidos por el Señor. La oración del ministro, por intercesión del santo, va dirigida a los animales presentes y a todos los que habitan la Creación.
En el momento de la Creación, desde la perspectiva de un
Dios atemporal, por el que no parece pasar el tiempo. Dios crea y lo hace todo por
amor. Dios es todo Amor y el Amor es propio de Dios. Así Él va creando todo el
espacio y ambiente preparado para el ser humano, ser vivo al que Dios otorgará
supremacía sobre todo lo demás. Es más, le dará al ser humano la
responsabilidad de cuidar la Creación. Por tanto, los hombres y mujeres
seguimos siendo los responsables del cuidado, como dice el Papa Francisco, de
la “Casa Común”. Animales, plantas, personas, etc. habitamos el planeta Tierra
y entre todos debemos esforzarnos en que todos podamos vivir en paz; pues Dios
todo lo creó para el bien de todos y “todo lo hizo bien”.
Animales,
plantas, personas, etc. nos ayudamos mutuamente; nos necesitamos, nos
complementamos, todos somos seres vivos y como tal nos debemos respetar. Todos
tenemos derecho a vivir, a ser protegidos; es más, en todos se reconoce la Mano
tierna de Dios, que lo ha hecho todo bien, y que desea lo mejor para todos
nosotros. Lo contrario a todo esto es la violencia, que es el desorden en el
trato con la Creación. Violencia que muchas veces es la consecuencia de otros
“asuntos” por los que pasamos, que no sabemos canalizar y, peor, no nos dejamos
ayudar.
Sin
embargo, cuando existe amor entre los distintos seres vivos de la creación se
establece un vínculo en el que también se percibe el amor. Probablemente haya
personas que no tengan esta sensibilidad y, por ello, no entiendan que cuando
se ama, también se sufre. Además, igual que se sufre por un ser humano, se
sufre por cualquier otro ser vivo; todo depende en esa vinculación. Incluso se
puede vivir más con un animal que con otro ser vivo. Por ello muchas veces
sentimos tanto la pérdida o la enfermedad de un animal. Ellos saben mucho de
fidelidad y nos lo dan todo.
Se
puede orar por los animales, encomendarles al Señor, por intercesión de San
Antón, de San Francisco de Asís, etc. Ellos son un amor.
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