viernes, 7 de junio de 2024

ESPIRITUALIDAD DEL CORAZÓN DE JESÚS


         

   Hace unos días que terminó el Año Jubilar en honor al Sagrado Corazón de Jesús en nuestra diócesis. Seguramente ha sido un tiempo muy rico para poder acercarnos a esta devoción que quizá nos parecía más propio de algún grupo de personas de nuestras parroquias que, unidos en grupo, son Cofradía del Corazón de Cristo. Ojalá nos haya ayudado a profundizar en el amor por la persona de Jesús que se hace presente en la Eucaristía y que hablar de: primeros viernes de mes, adoración al Santísimo, jueves eucarísticos, Corpus Christi, Jueves Santo, Navidad, Caritas, pobreza, humildad, servicio, entrega, sacrificio, reconciliación, pan y vino, Espíritu Santo, Lectio Divina, etc. pues todo ello se refiere al Hijo de Dios. En la medida en la que nosotros asumamos estas actitudes o acciones en nuestra vida seremos cada vez más hijos en el Hijo; para que tú crezcas y yo disminuya (cf. Jn 3, 30), poseídos por el Amor para ser embajadores o propagadores de ese Amor donde Dios quiera. En definitiva, más cristianos: seguidores de Cristo, otros Cristos.

            Para el beato Bernardo de Hoyos esta llamada devoción surge de esta moción interior que le posee de tal manera que se hace totalmente para Amar a Dios y amar al prójimo. La experiencia mística que él vivía, tras comulgar, tras intimar con el Corazón de Cristo, siendo muy consciente de su Presencia en Él, le aportaba tal consolación que le dejaba anonadado: “para mí vivir es Cristo y el resto lo considero basura” (Flp 3, 8). Frase de San Pablo, pero a ¿qué basura se podría referir? Pues probablemente a todo aquello que le aparta del amor de su Señor, y que la vida valora como es el mundo de las apariencias, como es la vanagloria, el tener, la codicia, el aparentar, el sentirse más que los demás, el darse mayor importancia, etc. Todo eso es efímero porque lo verdaderamente importante es una vida en Cristo, coherente, especialmente entre lo que se dice y luego se hace.

Y es que él contaba con una espiritualidad que nace de la experiencia propia de los Ejercicios Espirituales: recorrido contemplativo por la persona de Jesús en su totalidad. Partiendo del pórtico del Principio y Fundamento, sentirse creatura amada por Dios, que le invita a alabar, servir y hacer referencia. Siguiendo por los misterios de la Vida de Cristo, desde la Encarnación hasta la pasión, muerte, Resurrección, Ascensión y envío del Espíritu Santo. Para finalizar con otro pórtico, el de la vida misma que enlaza con la cotidianidad: Contemplación para Alcanzar Amor; Dios labora por cada uno de nosotros, labora nuestra conversión, nuestra adhesión a Él. 

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