Delante de nuestros ojos tenemos presidiendo hoy esta iglesia la imagen del Cristo del Humilladero, una imagen que este pueblo tanto venera. Es muy bello pasar por allí, y ver asomadas personas por su ventanuca para rogarle por las distintas intenciones que se puedan tener.
Hoy
fuera de su ermita, como si fuera Lunes Santo, cuando en procesión de silencio
la trasladamos hasta la iglesia de San Miguel. Ese momento tan íntimo en el que
el pueblo de Íscar medita las heridas del Cuerpo de Cristo.
La
fiesta de hoy se llama: “Exhaltación de la Santa Cruz”. Destaquemos la Cruz del
Señor.
¿Qué
es lo que se nos manifiesta en la Cruz? Pues en la Cruz, en el momento de la
pasión y muerte del Señor se da una verdadera teofanía, es decir, una manifestación
de Dios, que da lugar a profesiones de fe, como la del buen ladrón o la del
centurión. También escuchamos, en la cruz, palabras de amor y perdón, es el mismo
Jesús, quien dice: “perdónales porque no saben lo que hacen”.
Pero
hoy hay que tener ojos para reconocer la Cruz del Señor entre nosotros, pues su
pasión se sigue dando, y entones esta imagen tan bella y tan milagrosa, nos
recuerda aquella.
Hoy tenemos que reconocer la Cruz, especialmente en lo que nos viene de esta
pandemia de la covid19: miremos en los hospitales, especialmente en las UCIs, en
enfermos desnudos boca abajo enchufados a un respirador, hoy cada uno con su respirador, en otro tiempo, casi a sorteo, mientras que las
familias están pendientes con la nariz pegada al cristal, observando y rezando
al Cristo del Humilladero, para que todo vuelva a la “nueva normalidad”. Sin salir
de los hospitales contemplemos a tanto sanitario haciendo todo lo que puede, y especialmente
al principio, protegiéndose como podía, muy poco, pero como podía. Tantas personas
que pasan desapercibidas pero que hacen tanto por los demás, voluntarias que hacen mascarillas, ropa protectora, etc. pues en la cruz también hay
destellos de gloria, de esperanza, de servicio, de amor y misericordia. Quisiera
recordar, ante este Cristo del Calvario y del Amparo, a tantas familias que sufren
la cruz por no poder llegar a final de mes, porque la situación económica, que
nos trae tanto confinamiento, tanta irresponsabilidad, no ayuda a que nuestra
economía global pueda mejorar. ¿Y todas esas personas mayores en las residencias,
si una visita, sin compañía, sufriendo la soledad? También aquellos que están
en casa solos, de los que poco nos preocupamos y no saben cuándo fue la última
vez que señalaron en su rostro una sonrisa. Abuelos y abuelas que han dado su
vida, como Jesús, en favor de otros más jóvenes.
Como
no recordar en estos días a tantas familias que llevan a sus niños al colegio
con la incertidumbre de qué sucederá, de si volverán con algún contagio, que
además salpique al resto de la familia, y no se contemple una baja laboral, y
más si somos autónomos, que como se suele decir, no se pueden poner ni
enfermos. Yo lo vivo en mis propias carnes, cuando pienso, y ¿si un día me
llega a mí? ¿cómo atender las necesidades de mi gente?
Y
cuántos ejemplos e imágenes se nos pueden venir al corazón de este Cristo
crucificado, ¿acaso todo esto que les he contado no es nuestra cruz?
La cruz de esos refugiados en Moria, Grecia, donde un fuego a devastado un campo de refugiados.
Pues
bien, Dios soporta, si nosotros lo deseamos esta cruz. También podemos contar
con otros, a modo de cirineos, que nos ayuden a soportar esta gran cruz. La
solidaridad es el destello de esperanza del que les hablaba y que se desprende del
Crucificado.
Hoy
le rogamos, como mucha gente, a manifestado a través de las redes sociales, que
esta pandemia se vaya por el mismo sitio por el que ha venido, pero que nosotros
pongamos los medios para que esto sea así. A veces tenemos mucho más cuidado de
lo que pueda pasar en el colegio, cuando las cosas están muy bien reguladas, que
de cuando los niños salen a la calle y se juntan con otros, aunque estos sean
primos, etc.
En
la Cruz de Jesús está su gloria, amemos al Cristo del Humilladero, pero no
olvidemos sus palabras en la Cruz: “tengo sed”, que es lo mismo que decir: “tengo
sed de ti”, quiero verte, acompáñame, háblame, cuenta conmigo.
Este
Cristo que abre sus brazos mucho, todo, son para acogernos a todos, no solo a
algunos, a todos, ¿lo sientes?
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