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Los tres itinerarios están muy bien, no es mejor uno que otro; la Iglesia nos acoge a cada uno en el momento en el que nos encontramos. Es verdad que aquellos niños que después de recibir el sacramento de la Eucaristía en la parroquia, es gracias a los padres que así lo desean, y eso está muy bien. La segunda opción, más masiva, es la de los muchachos que se vuelven a acercar a la parroquia en la edad de la adolescencia, generalmente son dos cursos los que les espera como preparación. Es una gozada poder acoger a aquellos que ya mayores no han tirado la toalla y están ahí, son personas muy interesadas, que se lo toman muy en serio y es muy fácil poder sembrar la Palabra de Dios, quizá -como carencia- en este itinerario, faltaría el complemento de la celebración dominical de la Eucaristía.
En el proceso de conversión para hacerse cristianos lo importante no es la recepción de los sacramentos, sino hacer el camino, disfrutar de él.
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