Corresponde a la familia cristiana hacer el primer anuncio de la fe, que garantiza el
despertar religioso. Este es competencia prioritaria de los padres, y sólo de manera
subsidaria puede hacerlo la comunidad parroquial o educativa. “La parroquia proseguirá,
completará y perfeccionará la obra de las familias y ayudará a éstas a que puedan cumplir
adecuadamente y cada día mejor con la tarea que le es propia”. Este primer anuncio puede
simultanearse con la reiniciación cristiana de los padres, una vez que hayan manifestado su
interés por la fe y la vida cristiana.
Los padres que aceptan que sus hijos participan en el proceso iniciático y están
necesitados de la orientación y formación necesaria para acompañar a sus hijos deben
prepararse convenientemente. “Nunca se esforzarán bastante los padres cristianos por
prepararse a este ministerio de catequistas de sus propios hijos y por ejercerlo con celo
infatigable”. Por tanto, desde la pastoral y desde la catequesis, se debe estudiar qué ofertas
se hacen a estos padres, a estas familias, para que sean verdaderas mediaciones
experienciales, capaces de secundar el crecimiento y la maduración de sus hijos y propiciar
la incorporación plena de sus miembros en la comunidad eclesial.
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